De Persuadidos y Delirantes
- La Señal Música
- 25 jul 2024
- 5 Min. de lectura
por Hugo Fernández Panconi.
Año 2018, se añoran frescos aún, algunos de los años más felices para los argentinos de mi generación. (Los antinacionales han llegado al gobierno, esta vez por los votos; y no será la última.) En una esquina del barrio porteño de Balvanera, estamos embuchándonos un locro con el Ricardo Acebal, después de haber gozado de una función de EL PUCHERO MISTERIOSO a cargo del Cuarteto Cedrón y la Musaranga en el teatro El Popular. Le debo al novel amigo, el convite que finalmente me ha develado el misterio del puchero musarango-cedroniano: un delirio compañero, ni más ni menos.
La Musaranga es la COMPAÑÍA NACIONAL DE AUTÓMATAS, un otro delirio de muñecos, títeres, engranajes, tarros, hilos y lamparitas de circo, controlado ─es un decir─ por una banda de hombres y mujeres que insisten en ser niños y ejercer el correspondiente desparpajo. Desde el inaugural jinete cara de termo, presentador con su ventrílocuo, hasta el desfile final ─criollito como patio campero─, lleno de patos, algún perro, un ñandú, todos bailando al son de la orquesta de Rafael Rossi; situación que lo hace a uno, volver al tiempo de sus tempranas fascinaciones como el circo y el parque de diversiones. Lugares, por otra parte, donde el tiempo se trastoca profunda y diversamente.
El “yo” crío que me tironea de adentro se pone a hacer desastres con todo lo evocado entre esos movimientos y sonidos, esas luces y esas palabras, ─con insistencia, ordenadas en décimas─, hasta dejarle paso al adulto que va echar el moco escuchando a la muñeca Nelly Omar acompañada por unos guitarristas también títeres y con un virtuosismo de fábula.
Para agrandar la maravilla el Tata Cedrón ─en persona─ viene y se pone a dialogar con la Nelly y le dedica un Estilo: “Cuando te fuiste” de Jaimes y Barraza, y que dice por ahí: “Nunca jamás se abandona lo que llorando se deja”.
¿Habrá uno dejado llorando aquellos tiempos de infancia que parece que no los puede abandonar nunca del todo?

Pero de yapa la Compañía, además edita libros ─tan criollitos como el circo y los muñecos─, y vengo y me topo con las “Décimas a lo que escribo” del José Santucho, cantor, escritor y compositor de los pagos de Pergamino, hijo del entrañable Tuchi y la querida Negra, que abona ─sin alarde ni escapatoria─ en la dualidad delirante y persuadida...
“Dando forma a lo que pierdo
a lo que sé que no vuelve
a aquello que se disuelve
en un pensamiento lerdo,
que nació del lado izquierdo
siendo apenas sentimiento
y que buscó fundamento
en el fruto en que se labra,
fui haciendo de las palabras
relevos de mi sustento”
Y como era la noche especial del poeta Alejandro Cantarella (porque cada noche el Tata y la Musaranga homenajean e invitan a un poeta popular, al que reconocen con una placa), escuchamos de su voz algunas cosas que escribe él mismo y otras que le hace escribir a su alter ego, un tal Tiburcio Porvenir, otro muñeco atorrante de profunda sensibilidad, que terminó vendiéndome uno de sus libros: el “Horoscopero Etéreo Criollo”. Volumen que recopila y guarda cien destinos posibles, del 0 al 99, para todos los hombres y mujeres de buena voluntad y no tanta, que acierten a pasarle cerca al circo, al libro o al mentado Tiburcio.
Extraigo el final de uno de esos destinos elegido al azar, el 54 ─ VACA BUENA.
“Sea un cualquiera entre tantos (de hecho, lo es, pero el sino le pide que se acepte como tal) y no subestime a la lombriz, la única que partida al medio pelea por dos.”

Como se puede apreciar, delirios son los que sobran. A esta altura creo que, de alguna manera, entre nosotros, son fruto de algún tipo de convicción temprana. Al menos una y tanto más fructífera, cuanto más relacionada esté con la pertenencia individual y la realización colectiva, con la pulsión creativa y la sensibilidad popular…
Y hablando de pulsiones ya dije que estamos ─ahí en presente─ comiendo un locro bien “pulsudo” que no desentona con lo vivido anteriormente, con el amigo Acebal quien ─después de la elogiadera catártica y compartida─, se da una vuelta por los tiempos de su niñez y se demora un ratito en Perón…
─ ¡Cómo no iba a conducir el viejo si era capaz de convencer, de persuadir decía él, a cualquiera que lo oyera! A mí me persuadió a los siete años. Mi familia estaba construyendo la casa; habían descargado el material en la calle. Yo ayudaba con mis fuerzas de niño a meter los ladrillos, los cargaba de tres o cuatro y caminaba para el fondo. Mi viejo llevaba de a diez. Seguramente mi madre había puesto la radio; escuchábamos al general discursear "Hemos afirmado que el lema argentino de la hora económica ha de ser producir, producir y producir..." Con esa frase me convenció; a la siguiente acarreada, cargué siete ladrillos y seguí llevando de a siete.
─ A los siete años ya eras un argentino hecho… eso no es común ahora, le digo, mientras le corrijo el vaso al viejo niño Ricardo que además, participa de otros delirios: una página web llamada IDENTIDAD CULTURAL, donde se encuentran profusas maravillas del acervo cultural argentino y un centro cultural llamado LA PANADERÍA en Burzaco, un refugio pa’ la criollada y los símbolos en disputa. Los nuestros, claro.

Al volver a mi departamento de Villa Luro, quiero precisar si la evocación del pasodoble “Bella Morena” por la orquesta de Rafael Rossi (lo busco en internet para escucharlo de nuevo), me lleva a un mí mismo como argentinito en ciernes; o algo más flojito y más común ya de entonces: un joven peleado con el origen propio y embobado con otras realidades, mejores por lejanas.
El abuelo “Pancoto” pasa bailando por la pista del Prado Español. Me dice una vez más, socarronamente: “portate bien Melenita…” Claro, porque soy el que está poniendo los discos en esa fiesta que debe ser un cumpleaños o un casamiento, y esa música de viejos que baila la mayoría, no me gusta nada. Pero ahora, corrigiendo el recuerdo, compruebo que luego de un largo tramo instrumental, los cantores cierran el tema a dúo:
“No seas ingrata bella mariposa, entre las rosas mezcla tu arrebol, de esa boquita quiero la dulzura que sos más pura que un jazmín en flor".
¡Pucha qué lindo, carajo! Como estirándome en un presente arrebatado quiero saltar a la pista esquivando tantos falsos futuros impuestos y sacar a bailar a la historia. O mejor aún, a la Patria misma. La impura y bella, siempre latente, siempre inconclusa. Arrastrar los pies en un pasodoble, aferrado a su cintura mestiza; concreta y simbólica, perpetua y fascinante, como una convicción delirante.
Canciones
"Campo Afuera" ─ Nelly Omar
"Cuando te Fuiste" ─ Cuarteto Cedrón
"Cifra" ─ José Santucho
"Bella Morena" ─ Orquesta Rafael Rossi
La Señal Música (spotify)
Comentarios